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Inmunología

Actualizado: 12 may 2020

¡¡Hola a todos!! Un día más os traigo un nuevo post, aunque hoy lo escribo con un sabor agridulce en la boca ya que estamos en la recta final de este viaje. ¿Quien diría que pondríamos punto y final a este increíble camino de esta manera tan triste, sin siquiera poder disfrutar de los últimos momentos de risas en clase? Esos días previos de nervios a flor de piel al ver cada vez más cerca el fin, uniéndonos entre compañeros más que nunca. Sin embargo, como siempre esta entrada va cargada de ilusión y de información super interesante que nos servirá tanto ahora como en el futuro próximo que nos va a llegar. Hoy trataremos nuestro último tema: la inmunología, que personalmente me parece de los más interesantes. Incluso más ahora, en estos tiempos, que estamos continuamente escuchando a nuestro alrededor términos como defensas, vacunas o patógenos. Comenzamos...


El sistema inmunitario

Concepto de infección y mecanismos de defensa

Podemos empezar a introducir el tema, conociendo el concepto de infección. Se entiende infección como la entrada de un patógeno en el interior del organismo, que llevara a cabo su proliferación dentro del mismo para producir un estado anormal del organismo. Este estado de anormalidad se conoce como una enfermedad de tipo infecciosa. Podemos diferenciar la enfermedad contagiosa, en el caso de que se transmita con facilidad entre individuos. Frente a la entrada de estos microorganismos en el organismo, los seres vivos poseemos mecanismos de defensa de dos tipos: mecanismos inespecíficos, los cuales no dependen de la naturaleza o identidad del patógeno, y específicos, que sí dependen de como sea el patógeno.


Por un lado, los mecanismos inespecíficos se ponen en marcha, cuando un agente extraño invade el organismo, activando el sistema inmune. Antes de esta activación, sin embargo, contamos con diferentes defensas externas que actúan como barreras de forma pasiva oponiéndose a la introducción de los microbios en el organismo. Existen 4 tipos de barreras externas que pueden actuar de forma conjunta:

  • Físicas: constituidas por la piel y las mucosas. Al romperse estas estructuras, por heridas por ejemplo, los microbios aprovechan para introducirse en interior del ser vivo. En los mamíferos esta barrera es infranqueable debido a muchos factores como su grosor o la presencia de escamas, plumas o pelos.

  • Mecánicas: sistemas de expulsión que favorecen el arrastre de microorganismos y partículas extrañas para evitar su fijación al organismo. Entre ellos el sistema cilial que tapiza las vías respiratorias, cuyo movimiento elimina los microorganismos existentes en el mucus que los recubre; y el flujo de orina desde la vejiga hacia el exterior que como el movimiento intestinal favorecen el arrastre y eliminación de microorganismos.

  • Químicas: Algunas sustancias y secreciones actúan como barrera protectora contra los agentes patógenos. La lisozima, presente en la saliva, en las lágrimas y en la mucosidad nasal actúa rompiendo la pared bacteriana. De esta manera las aperturas naturales (boca, ojos y orificios nasales) quedan recubiertos por mucosas y protegidas. Los ácidos grasos y el ácido láctico, los cuales son segregados por glándulas sebáceas de la piel, producen un descenso de pH que impide el crecimiento de muchos microorganismos. El ácido gástrico, debido a la presencia de ácido clorhídrico, protege al estomago de microorganismos presentes en los alimentos.

  • Microbiológicas: La superficie externa del organismo y los aparatos digestivo y respiratoria, presentan una flora bacteriana que compite contra los patógenos.

Además también encontramos defensas internas que actúan una vez un patógeno atraviese las barreras anteriores y penetran en el interior del organismo. Esa segunda línea defensiva esta constituida por los fagocitos. Los fagocitos son células con capacidad fagocitaria que pueden destruir microorganismos y células, endocitándolas con sus pseudópodos para luego digerirlas en el citoplasma donde tienen abundantes lisosomas. Existen 2 tipos de células fagocitarias:

  • Neutrófilos (micrófagos): son los más abundantes y acuden al lugar de la infección atravesando la pared de los capilares sanguíneos (diapédesis) para llegar a los tejidos y fagocitar a los patógenos.

  • Monocitos: permanecen en la sangre hasta migrar a los distintos tejidos y se transforman en macrófagos, células más grandes y con mayor capacidad fagocítica.

Al romperse la piel (por una herida) y los gérmenes llegan a las células internas del organismos estas liberan mediadoras de la inflamación, que son sustancias responsables de la respuesta inflamatoria. Esta respuesta consiste en una vasodilatación (aumento de sangre = aumento de fagocitos) y un aumento de la permeabilidad de los capilares sanguíneos (facilita salida del plasma y células sanguíneas). Todo ello hace que aumente la temperatura en esa zona, enrojecimiento, hinchazón y dolor (debido a una excitación de las terminaciones nerviosas).

Muchos de los fagocitos mueren al se reventados por la cantidad de gérmenes fagocitados, constituyendo el "pus". Si la infección es muy fuerte, se pueden producir sustancias piretógenas que hacen aumentar la temperatura corporal (causando las fiebre), lo cual favorece la movilidad de los leucocitos y dificulta el desarrollo de bacterias al estar lejos de su temperatura óptima de crecimiento.


Por otro lado, encontramos los mecanismos específicos, que entran en funcionamiento si las defensas anteriores son desbordadas. En ese caso, los microbios pueden extenderse por todo el organismo generalizando la infección y para evitarlo los seres vivos disponen de una tercera barreara defensiva, aún más poderosa que la fagocitosis. Esta acción es específica ya que los mecanismos atacan solamente al agente externo para el que han sido preparados. Estos mecanismos constituyen la llamada respuesta inmunológica que es llevada a cabo por los linfocitos. Pueden hacerlo de manera directa (repuesta celular - linfocitos T) o de manera indirecta con sustancias producidas por ellos (respuesta humoral - sÍntesis anticuerpos por los linfocitos B).

Además de la especificidad, la respuesta inmune tiene la capacidad de crear memoria inmunitaria, la cual permite rechazar el mismo agente con mayor efectividad si ya ha habido un contacto previo.


Inmunidad y sistema inmunitario

El concepto de inmunidad hace referencia al hecho de ser invulnerable a determinada enfermedad infecciosa. Gente que ya había superado una infección rara vez volvían a enfermar de los mismo, haciéndoles "inmunes" a esa enfermedad. El conjunto de células y moléculas que llevan a cabo estos procesos forman parte del sistema inmunitario. Este es capaz de reconocer moléculas extrañas al organismo (antígenos) y neutralizarlas o destruirlas. Las principales características del sistema inmune son la especificidad y la memoria. Hemos de diferenciar la resistencia de la inmunidad ya que esta no discrimina los diferentes agentes patógenos y además tampoco perdura en el tiempo.


Se dice que un organismo es inmune a un determinado antígeno cuando es capaz de anularlo sin presentar reacción patológica, podemos hacer diferencia entre dos tipos de inmunidad: la natural y la adquirida.


La inmunidad natural se desarrolla por procesos naturales y a su vez puede ser:

  • Activa: si el propio organismo sintetiza los anticuerpos tras la introducción del antígeno. Se produce después de superar la enfermedad infecciosa ya que le organismo queda cargado con los anticuerpos sintetizados y con los linfocitos de memoria.

  • Pasiva: si la inmunidad se adquiere al recibir los anticuerpos específicos fabricados por otro organismo. También se da por la transferencia de anticuerpos de la madre al feto a través de la placenta y al niño lactante a través de la leche materna. De esta forma el niño recibe anticuerpos hasta que sus mecanismos inmunológicos se desarrollen por completo.

La inmunidad artificial es la que se adquiere artificialmente mediante el uso de técnicas medicas, también puede ser activa o pasiva:


  • Activa: se consigue con la vacunación y consiste en introducir gérmenes muertos o atenuados, incapaces de desarrollar la enfermedad pero que son portadores de antígenos específicos. El organismo responde fabricando anticuerpos (respuesta primaria) y queda inmunizado contra la enfermedad, pues el contacto con el mismo antígeno desencadenará la respuesta secundaria y no se desarrollará la infección. La duración de esta inmunidad puede ser para toda la vida o temporal y su finalidad no es curativa si no preventiva. Gracias a las vacunas se ha podido avanzar en lucha contra las enfermedad infecciosas,algunas erradicadas como la viruela. Sin embargo, no siempre es posible obtener las vacunas adecuadas debido a la alta tasa de mutación que tienen algunos virus como el VIH. Según el origen y la naturaleza de los antígenos podemos distinguir varios tipos de vacunas: atenuadas, inactivas y acelulares.



  • Pasiva: consiste en la introducción de anticuerpos sintetizados previamente por otro individuo (sueros). El principal método es la sueroterapia, la cual consiste en inocular el antígeno correspondiente a un animal que sintetiza los anticuerpos contra una enfermedad determinada. Tras la extracción de la sangre se aíslan y purifican los anticuerpos que se inyectaran a la persona infectada. La utilización de sueros proporciona protección inmediata (a diferencia de las vacunas que requieren varios días para producir resistencia) y al no necesitar la síntesis propia de anticuerpos beneficia los individuos con inmunodeficiencias. Sin embargo, la inmunidad es de duración limitada (hasta que los anticuerpos desaparezcan) y se pueden producir reacciones de rechazo contra alguna proteína debido a que proceden de un animal. Su fin es curativo.


En cuanto a los componentes del sistema inmunitario podemos hablar de:


  • Los linfocitos: un tipo de leucocitos que se encuentran en la sangre y en la linfa. Tienen un núcleo grande y redondo, y escaso citoplasma. No pueden formar pseudopodos y por tanto no fagocitan, sin embargo, tienen capacidad para reconocer antígenos específicos. Existen dos tipos de ellos: linfocitos B y linfocitos T. Los B se encargan de la síntesis de los anticuerpos ante la presencia de antígenos y por tanto de la inmunidad humoral. Los T provocan la muerte de ciertas células alteradas, responsables de la inmunidad celular.

  • Organos linfoides: Al igual que todas las células sanguíneas, las células madre de los linfocitos se originan en la médula ósea roja y se convierten en linfocitos maduros en los órganos linfoides. Allí se forman, maduran y acumulan linfocitos. Se distinguen dos tipos de órganos linfoides: los primarios y los secundarios. En los primarios se produce la diferenciación de los linfocitos. En el caso de los linfocitos B ocurre en la propia médula roja, mientras que los linfocitos T migran de la medula ósea y maduran en el timo, glándula situada entre el esternón y la traquea. En los secundarios se acumulan los linfocitos y sufren una ultima diferenciación. Los principales órganos linfoides secundarios son: el bazo, los ganglios linfáticos (situados a lo largo del sistema linfático), el apéndice, las placas de Peyer intestinales, la amígdalas y las adenoides.

Los antígenos son reconocidos por un organismo como sustancias ajenas por el sistema inmunitario y se desencadena una respuesta inmune. Muchas sustancias pueden actuar como antígeno, generalmente moléculas de gran tamaño fundamentalmente proteínas y polisacáridos, y pueden ser moléculas libres o parte de estructuras biológicas. Dependiendo de su procedencia se pueden clasificar en: Heteroantígenos (proceden de otras especies), Isoantígenos (proceden de la misma especie y pueden causar rechazo) y Autoantígenos (moléculas de un mismo ser vivo reconocidas como extrañas debido al mal funcionamiento del sistema inmune).


Para que el sistema inmune desencadene una respuesta es preciso que los antígenos se unan a unos receptores antigénicos situados en la membrana plasmática de los linfocitos. Esta unión se hace por la zona del antígeno denominada determinante antígenico o epítopo. Se dice que el antígeno es univalente cuando tiene un solo determinante antígenico en su molécula y por lo tanto solo se puede unir a él un anticuerpo. Si tiene varios determinantes antígenicos, es polivalente.


Los haptenos son sustanicas extrañas al organismo de bajo peso molecular incapaces de provocar una respuesta inmunitaria que actúan como antígeno si se unen a moleculas mayores.


La respuesta inmunitaria

La respuesta inmunitaria depende de la naturaleza de los antígenos. Si la infección es extracelular, patógeno se propaga por el plasma, la respuesta inmunitaria es humoral. Si por el contrario, la infección es endocelular, el patógeno se reproduce dentro de la célula, la respuesta inmune es celular.


La respuesta humoral consiste en la síntesis de proteínas especificas contra antígenos extraños que circulan por los fluidos del organismo. Dichas proteínas son los anticuerpos que se difunden por la sangre, la linfa, los líquidos intersticiales y las secreciones donde llevan a cabo su acción. Las células productoras de anticuerpos son los linfocitos B, los cuales se forman y se diferencian en la médula ósea roja donde adquieren capacidad para producir anticuerpos. Cada uno de los anticuerpos fabricará un único tipo de anticuerpo específico.


Al aparecer un antígeno, se unen a un anticuerpo de la membrana de un linfocito B. Esta unión es específica, solo es posible si existe un acoplamiento espacial entre antígeno y anticuerpo. Tras el reconocimiento del antígeno, los linfocitos B se activan. Esta activación consiste en la rápida división de estas células para originar una serie o clon de células productoras del mismo tipo de anticuerpo. Esta teoría de la selección clonal permite explicar por que se producen grandes cantidades de anticuerpos específicos tras la introducción de un determinado antígeno.


La mayor parte de los linfocitos B activados se convierten en las llamadas células plasmáticas, de gran tamaño y de enorme producción de anticuerpos. Sin embargo, algunos de ellos quedan como linfocitos B de memoria que constituyen una reserva inmunitaria para futuras exposiciones al mismo antígeno. La activación de los linfocitos B se intensifica por la acción de las interleuquinas, sustancias segregadas por los linfocitos T y por los macrófagos.


Los anticuerpos, llamados también inmunoglobulinas, son proteínas con una pequeña parte glucídica. Cada molécula de anticuerpo consta de 4 cadenas polipeptidicas unidas entre si por puentes de disulfuro. De las 4 cadenas, 2 son más largas (cadenas pesadas o H) y 2 son más cortas (cadenas ligeras o L), cada par idénticas entre sí. En conjunto forman una estructura en forma de Y. Cada molécula tiene una región constante que es la misma para cada uno de los tipos de inmunoglobulinas. La zona variable, en la parte superior de la Y, es donde se encuentran los extremos amino terminales de las cadenas y la región denominada paratopo donde se produce la union al antígeno. Cada molécula puede unirse a dos moléculas de antígeno por lo que es bivalente. Aunque algunos tipos pueden formar dímeros o pentameros. La parte glucídicos se halla unida covalentemente a la región constante y se cree que interviene en la secreción de la inmunoglobulina o en su protección ante el ataque enzimatico.


Según su localización, los anticuerpos pueden dividirse en dos tipos: Anticuerpos de superficie si los antígenos quedan adheridos a la membrana plasmática de los linfocitos B, y anticuerpos libres si circulan libremente por la sangre. Según la composición de la cadena pesada, se distinguen 5 tipos de inmunoglobulinas:

  • Inmunoglobulinas G: Es la más abundante en el plasma sanguíneo y líquidos corporales internos. Es la inmunidad innata en los bebes ya que es la única capaz de atravesar la placenta en las madres embarazadas. Se produce en la respuesta secundaria. Activa al sistema del complemento y fagocitos, reconocen al Ag y dan paso a la respuesta inflamatoria

  • Inmunoglobulinas A: Se encuentra en el plasma y en las secreciones corporales (saliva, lagrimas, leche, etc. = líquidos de defensa) por lo que defiende la superficie externa del cuerpo. Pueden formar monómeros, trímeros o dímeros.

  • Inmunoglobulinas M: Se encuentra solo en el plasma y es la primera que sintetizan los linfocitos B durante la respuesta inmune. Es polivalente.

  • Inmunoglobulinas E: Se encuentra en el plasma, mayoria en tejidos y en secreciones corporales, igual que la Ig A pero en muy poca cantidad. Aumenta en condiciones alérgicas, siendo responsable de los síntomas inflamatorios ya que inducen a los mastocitos a secretar histamina. También recubren la superficie de ciertos parasitos, favoreciendo su destrucción.

  • Inmunoglobulinas D: Se encuentra en la membrana plasmática de los linfocitos como proteína integral . Allí actúa como receptor de antígenos en los linfocitos B.


Los anticuerpos, al reconocer a los antígenos, se unen a ellos mediante enlaces de Van der Waals, fuerzas hidrofóbicas o iónicas, en una reacción denominada antígeno-anticuerpo. Existen diferentes tipos de reacción antígeno-anticuerpo:


  • Precipitación: Se unen a moléculas disueltas y forman complejos antígeno-anticuerpo que precipitan formando "grumos" ya que no son solubles. Así anulan toda su actividad para luego ser fagocitados por macrófagos.

  • Aglutinación: Al unirse a bacteria y virus provocan su aglutinación que consiste en la aglomeración y adherencia de estos entre sí, lo que facilita su fagocitosis por los macrófagos o su destrucción por los linfocitos T citotóxicos o el complemento.

  • Neutralización: Los anticuerpos se unen a las toxinas bacterianas o a las propias bacterias, impidiendo que se unen a las células del organismo. Es decir, impiden su actividad. Posteriormente podrán ser fagocitado.

  • Opsonización: Cuando una bacteria o virus recubierto de anticuerpos, estos actúan también como señal para que los macrófagos reconozcan dicho organismo y lo fagociten.


El sistema del complemento se denomina así porque ayuda y aumenta los mecanismos de la respuesta inmune. Esta compuesto por una veintena de proteínas plasmáticas del tipo globulinas que se encuentran siempre presentes en el plasma. Sus efectos consisten en provocar la lisis de los microorganismos con complejos antígeno-anticuerpo adheridos. El funcionamiento es la formación de una enzima del grupo de las proteasas que actúa sobre la membrana del organismo y la destruye, produciendo en ella poros, por los que salen moléculas citoplasmáticas del microorganismo y al mismo tiempo entra el agua extracelular provocando su hinchamiento y destrucción o lisis.


El interferón, se define como moléculas de naturaleza proteica segregadas por las células infectadas por virus, que captada por las células adyacentes, las estimulan a sintetizar enzimas antivirales evitando la proliferación viral, inhibiendo la replicación del genoma vírico, inhibiendo la síntesis de proteínas o activando las células NK para destruir a las células infectadas.


En cuanto a la memoria inmunológica podemos diferenciar las respuestas primaria y secundaria. La primera vez que un antígeno penetra en el organismo, provoca una respuesta inmune primaria. Esta respuesta se caracteriza porque primero hay un período de latencia, necesario para el sistema inmune para activarse, y en la cual no hay producción de anticuerpos. Al cabo de varios días empiezan a aparecer anticuerpos (Ig M) en la sangre y van aumentando hasta un máximo para después declinar hasta desaparecer.


Si el antígeno vuelve a penetrar una segunda vez, se produce la respuesta imnune secundaria. Esta es mucho más rápida, intensa y prolongada. El periodo de latencia es mínimo, la producción de anticuerpos (tipo Ig G) es mucho mayor y su persistencia en la sangre es muy superior. Esto indica la existencia de una memoria inmunológica. La base de esta memoria esta en los linfocitos, algunos de los cuales, tras el primer contacto con el antígeno, se transformarán en células de memoria. Los linfocitos de memoria están circulando por la sangre y los órganos linfoides, por lo que rápidamente detectan una nueva entrada de antígenos desencadenando producción de Ig G que impide el desarrollo de la infección. La duración de este estado de inmunidad varia en función del tiempo de vida de los linfocitos de memoria, desde unos meses hasta toda la vida.


Además de la acción que provocan los anticuerpos sobre los antígenos (respuesta humoral), existe otro proceso defensivo: la respuesta inmune celular. En este proceso se destruyen células extrañas procedentes de otro individuo, células propias tumorales, células infectadas por virus, células que contienen microorganismos de crecimiento intracelular. Esta respuesta inmune queda a cargo de los linfocitos T, aunque requieren de la colaboración de los macrófagos. Cuando se detecta la presencia de un antígeno, un macrófago lo fagocita y tras su digestión se sitúa algunos fragmentos del antígenos (peptidos más sencillos) sobre su membrana junto con sus antígenos de histocompatibilidad. Esta célula recibe el nombre de célula presentadora de antígenos. Los antígenos de histocompatibilidad son antígenos presentes en todas las células del cuerpo y son responsables de los rechazos de tejidos u órganos. Engloban el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC).


Encontramos varios tipos de linfocitos T:


  • Los linfocitos T colaboradores o helper (Th): Primer contacto con antígeno, lanza el mensaje químico para combatir antígeno liberando linfoquina y citoquina. Cuando se activa induce proliferación de más linfocitos T y activan linfocitos B que crean anticuerpos.

  • Los linfocitos T citotóxicos (Tc): Activan o destruyen células infectadas por virus pegándose a ellas y perforándolas mediante enzimas digestivos y citotóxicos. También destruyen células cancerosas y células de órganos transplantados (rechazos). Inducen a la apoptosis (muerte celular) al no mantener el gradiente electroquímico.

  • Los linfocitos T supresores (Ts): Actúan una vez superada la infección y su misión consiste en detener la respuesta inmunitaria. A veces lo que hace es atenuarla cuando la respuesta inmune es excesiva y podría resultar peligrosa para el organismo.

  • Los linfocitos T de memoria (Tm)

  • Células natural killer (NK): Son más grandes, poseen gránulos citoplasmáticos y no reconocen el antígeno, por lo que tienen una actuación inespecífica. Se desconoce como estas células discriminan entre células normales y anormales del organismo. Se encargan de destruir células cancerosas o bien infectadas por virus.


Procesos inmunitarios normales y alterados

Alteraciones del sistema inmune

En ocasiones se pueden producir alteraciones o errores que se traducen como una serie de anomalías en el funcionamiento del sistema inmune. Estas anomalías puede provocar graves enfermedades. Podemos diferenciar dos tipos de alteraciones, unas debidas a una respuesta excesiva y otras a una acción inmunitaria insuficiente.


El sistema inmune normalmente es capaz de reconocer las moléculas extrañas y diferenciarlas de las propias del organismo, produciendo anticuerpos solo contra las extrañas pero a veces el sistema inmune ataca a las propias células originando un proceso autodestructivo lento y progresivo que originan enfermedades autoinmunes.


En el procesos de maduración de los linfocitos se forman linfocitos que no saben distinguir a los antígenos extraños de las moléculas propias. En condiciones normales, estas células autoreactivas son eliminados pero en ocasiones, pueden alcanzar la circulación sanguínea y llegar a algunos órganos donde se desarrollan los fenómenos de autoinmunidad. Estos linfocitos si son de tipo B pueden formar anticuerpos especificos para moléculas propias y al producirse el complejo autoantígeno-anticuerpo se producen las anomalías de autoinmunidad. No se conoce la causa exacta de este fallo pero se cree que la activación de linfocitos autoreactivos se da por un cambio en los autoantígenos que impide que el SI los reconozca como propios, por la aparición de antigenos extraños muy similares a los propios (mimetismo molecular) y por la aparición de células que no suelen contactar con los linfocitos por lo que no se reconocen como propias. Se sospecha también que puede ser debido a un componente genético, factores endocrinos y factores externos.


Todas las células animales tienen antígenos proteicos en la superficie de sus membranas caracterísiticas de los tejidos a los que pertenecen. Se conocen como antígenos de histocompatibilidad o MHC (complejo mayor de histocompatibilidad). En las personas las proteínas MHC se llaman HLA. Estas proteínas son las que determinan que porciones de las moléculas de los microorganismos infecciosos son presentados a los linfocitos T para que estos queden activados e inicien la respuesta inmune. La mayoría de las anomalías de autoinmunidad tienen determinados tipos de proteínas HLA anómalas asociadas a la membrana de las células. Estas se unen a fragmentos "miméticos" del microbio y los presentan a los linfocitos T, los cuales a partir de ahí ya son incapaces de distinguir las moléculas propias que son semejantes a las mimetizadas y se producen una anomalía por autoinmunidad.


La mayoría de los órganos pueden verse afectados por los fenómenos de autoinmunidad y los efectos van desde la destrucción del órgano hasta la hiperproducción de hormonas, pasando por la destrucción de las uniones neuromusculares.


Las principales enfermedades de autoinmunidad que se conocen son la esclerosis múltiple, artritis reumatoide, lupus eritematoso, la enfermedad de Graves y la diabetes juvenil.


Las reacciones inmunológicas tienen como objetivo eliminar los antígenos extraños sin producir daño a la persona. Sin embargo, en ocasiones, el sistema inmune puede llegar a actuar de manera excesiva ante moléculas inocuas o poco peligrosas, produciendo efectos graves e incluso la muerte esto se conoce como la hipersensibilidad. Existen dos tipos de hipersensibilidad:

  • Hipersensibilidad inmediata

  • Hipersensibilidad retardada


En cuanto a la inmunodeficiencia, esta se define como la incapacidad para desarrollar una respuesta inmune adecuada ante la presencia de antígenos extraños haciendo que no se eliminen de forma correcta. Existen dos tipos de inmunodeficiencias: las congénitas y adquiridas.


  • Inmunodeficiencias congénitas

  • Inmunodeficiencias adquiridas



Cáncer

En un adulto solo los tejidos proliferativos presentan actividad mitótica constante en sus células. En el resto de estructuras las células están fase G0 salvo cuando por causas (aun no conocidas) algunas sufren una transformación que las lleva a dividirse sin control, formando un tumor. Si las células tienen un crecimiento limitado al órgano donde se originan este es benigno. Cuando la proliferación no se detiene estamos ante un tumor maligno, es decir, un cáncer. Si las células se instalan en otra parte del organismo formando otro tumor, se habla de metástasis.


Todas las células cancerosas pierden la morfología de las células del tejido del que proceden y también sus funciones, presentan numerosas alteraciones cromosómicas, proliferan indefinidamente, presentan alteraciones del citoesqueleto y de su glucocalix, tienen un origen clonal, actividad bioquímica alterada y tienen en su membrana antígenos tumorales.


Las células sanas pueden transformarse en células cancerosas por varias causas:

Por una mutación de su material genético (por agentes físicos o quimicos) o por acción de ciertos virus (el ADN de algunos virus se integran en el de las células hospedadoras, estos genes inducen la formación de numerosas células virales y la duplicación incontrolada de las células cancerosas).


Frente al cáncer, el sistema inmunitario normalmente inhibe su desarrollo. Las células poseen en su superficie moléculas antigénicas distintas a las células normales, que al no ser reconocidas como propias, desencadenan mecanismos de defensa inmune.


Se desarrolla una respuesta inmune celular gracias a los linfocitos T citotóxicos que se unen a células con antígenos alterados y las destruyen.

Transplantes y Rechazo

Consiste en la sustitución de un órgano o un tejido enfermo por otro donante que este en perfecto funcionamiento. La persona que recibe el transplante se le denomina receptor y la persona que lo dona se llama donante. Podemos clasificar los transplantes en:

  • Autotransplante: si el organo o tejido proviene del mismo individuo.

  • Isotransplante: si el donante es un individuo geneticamente identico al receptor.

  • Alotransplante: si el donante es un individuo geneticamente distinto al receptor.

  • Xenotransplante: si el donador y el receptor pertenecen a especies distintas.

La viabilidad de los transplantes esta relacionada con la compatibilidad de los tejidos del donante y del receptor y con el funcionamiento del SI del receptor.


El mecanismo de rechazo se debe a la puesta en marcha del SI del receptor. Si el receptor presenta antígenos de superficie en sus células, los linfocitos T del receptor no las reconocen como propias y se desencadena la respuesta inmune.


Según los efectos y el momento en que sobrevengan los fenómenos de rechazo se pueden distinguir tres tipos:

  • Hiperagudo: Pocos minutos de efectuarse el transplante, presencia de anticuerpos sangre del receptor que reconocen molécuclas HLA extrañas.

  • Agudo: Se da más tarde (varios día-mes después transplante), acción linfocitos, macrófagos, formación complejo anticuerpo-complemento en arteriolas renales y plaquetas sanguíneas.

  • Tardío o crónico: A partir de los tres meses, órgano transplantado adaptado receptor. Debido a reacciones de hipersensibilidad contra tejidos.

Para evitar rechazos se emplean fármacos inmunosupresores que disminuyen temporalmente la respuesta del SI. Estos tratamientos pueden ocasionar otros tipos de problemas debido a la posibilidad de infección durante la intervención quirúrgica. La ciclosporina se utiliza para inhibir las reacciones de rechazo mediada por células así como la producción de anticuerpos por parte de los linfocitos T. Limita la producción y liberación de linfocinas.

Inmunoterapia

Es el tratamiento para combatir microorganismos infecciosos, suplir deficiencias del sistema inmunológico o para evitar rechazo a los transplantes. La inmunoterapia contra las anomalías de autoinmunidad se centra en la reducción de la respuesta autoinmune y afecta también a la respuesta inmune normal.


Los principales tratamientos de inmunoterapia son:


  • Drogas inmunosupresoras: disminuyen la proliferación de linfocitos pero exponen al paciente al riesgo de infecciones. Ejemplo: corticoesteroides

  • Extirpación de la glándula tiroides y plasmaferesis: Para paliar los fenomenos autoinmunes. Consiste en la centrifugacion del plasma sanguíneo para eliminar los complejos autoantígenos-autoanticuerpos.

  • Sustancias bloqueantes de los autoantigeno

Los tratamientos de inmunoterapia contra las disfunciones del sistema inmunitario como las alergías y las inmunodeficiencias son los siguientes:

  • Antihistamínicos o inyección de alérgenos específicos.

  • Inyecciones periódicas de anticuerpos para mantener el nivel adecuado de Ig G.




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